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Bestiario 2017 // Junio

  • Virginia Abrigo
  • 21 jun 2017
  • 1 Min. de lectura

Ciervo:

Esquivo y elegante, inocente y benéfico. Bestia sagrada, vital, encarnación de espíritus y leyendas. Rey del bosque.


Su primera representación se encuentra en las pinturas rupestres y significaba el misterio de la transformación del joven en adulto, y al propio tiempo, la extrañeza por la vejez.

Numerosas culturas comparaban al ciervo con el árbol de la vida le atribuirán un significado de fertilidad.


Su cornamenta era asociada a la luz y destello del fuego, por lo que en pocas ocasiones, se lo consideraba un animal de naturaleza solar y mediaba entre las naturalezas celestes y terrestres.


Para los pueblos del lejano oriente y para las culturas precolombinas, el ciervo significaba el espíritu y el cuerpo que se renuevan, debido al nacimiento de los brotes de sus cuernos.


Los budistas afirmaban que es el animal del recto conocimiento y de la probidad. Entre las tribus celtas, era el conductor de los espíritus y simbolizaba la fuerza de la luz en las tinieblas.


Los romanos y los helenos hablaban del carácter místico del ciervo, el cual sabía distinguir las distintas especies de las plantas curativas, debido a su perfecta intuición y a su naturaleza dilucidadora. Estaba considerado como un animal simbólico por excelencia, debido a su agilidad y belleza.







 
 
 

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